Hace varios días optamos por ver este remake intentando evitar el prejuicio como forma habitual de conducta.
A pesar de las sospechas habíamos pensado en obrar con nuestra mejor voluntad durante el visionado, eludiendo un recurrente y previsible recuerdo a su predecesora, la magnífica Atraco a las tres (José M.ª Forqué, 1962). El resultado ha sido un nuevo palo para una ya maltrecha ingenuidad, que mimamos cuanto podemos antes de su completa extinción.
Efectivamente, otra vez nos la han vuelto a jugar. Menos mal que, como precaución, seguimos los consejos del ínclito y siempre atemperado don Manuel Torreiglesias, para no desbocar nuestras emociones. Así, una vez llegados a un estado de consciencia zen, como si cultivásemos el New Buddhism, o la proverbial impermeabilidad del espectador únicamente sensible a los efectos especiales, nos dispusimos a ver la película.
A pesar de las sospechas habíamos pensado en obrar con nuestra mejor voluntad durante el visionado, eludiendo un recurrente y previsible recuerdo a su predecesora, la magnífica Atraco a las tres (José M.ª Forqué, 1962). El resultado ha sido un nuevo palo para una ya maltrecha ingenuidad, que mimamos cuanto podemos antes de su completa extinción.
Efectivamente, otra vez nos la han vuelto a jugar. Menos mal que, como precaución, seguimos los consejos del ínclito y siempre atemperado don Manuel Torreiglesias, para no desbocar nuestras emociones. Así, una vez llegados a un estado de consciencia zen, como si cultivásemos el New Buddhism, o la proverbial impermeabilidad del espectador únicamente sensible a los efectos especiales, nos dispusimos a ver la película.
De no haber practicado dichas técnicas de protección neuronal, podríamos habernos excitado mucho. Incluso sorprendernos a nosostros mismos con exabruptos totalitarios del tipo: ¡Habría que prohibir los remakes de las buenas películas!.
Sí amigos, hasta tal punto hemos sufrido en otras ocasiones. Tormentos al margen, fastidiosa manera de "despedirse" para Pedro Masó, habiendo puesto en pie títulos excelentes como Un millón en la basura (José M.ª Forqué, 1967); o la citada y genial Atraco a las tres.
Sí amigos, hasta tal punto hemos sufrido en otras ocasiones. Tormentos al margen, fastidiosa manera de "despedirse" para Pedro Masó, habiendo puesto en pie títulos excelentes como Un millón en la basura (José M.ª Forqué, 1967); o la citada y genial Atraco a las tres.
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