17/5/09

VII. Ciudades reinventadas: La ficción hollywoodiense en España

por Gema Fernández


El salto fundamental se produce con Lawrence de Arabia (1962), dirigida por David Lean, localizada en los desiertos almerienses y en el Hotel Alfonso XII de Sevilla, con personal técnico y artístico español, consigue 11 nominaciones y 8 Oscars de la Academia de Cine de Estados Unidos. La internacionalidad alcanzada por el film tiene como consecuencia que las productoras más importantes del momento centren su atención en la costa sur española. Allí construyen sus pequeñas urbes a medida del guión, así ocurre en La muerte tenía un precio (S. Leone, 1965), Hasta que llegó su hora (S. Leone, 1968) o El Condor (J. Guillermin, 1970). La estética del paisaje almeriense, desatendido y arrinconado hasta entonces, resulta ser un entorno de impresionante fotogenia, con una climatología favorable y gran cantidad de horas de luz, perfecto para la ubicación de fascinantes historias.

Lugares paradisíacos, relegados al olvido, renacen en el celuloide como espacios mágicos, ahora Roquetas de Mar, Carboneras, Nijar o Mojácar son Arabia, Egipto o Grecia.


El momento cumbre de la acitivdad cinematográfica almeriense surge entre 1965 y 1973, con un número de producciones tan alto que los directores deben pactar para repartirse las diferentes localizaciones. Los actores españoles pasan de una producción a otra, los figurantes están desbordados por el trabajo y los transportistas difícilmente llegan a cubrir la demanda. La industria del cine norteamericano mejora radicalmente la calidad de vida de Almería y genera un fenómeno socioeconómico imposible de concebir con anterioridad. La estructura urbanística se transforma y florecen hospedajes, restaurantes, urbanizaciones, escuelas, carreteras, e incluso un aeropuerto. La repentina e inesperada llegada de los rodajes provoca un cambio de tales dimensiones que transmuta el espíritu de sus habitantes, del desasosiego al júbilo. En los hoteles conviven personalidades de distintos lugares del mundo, por las calles puede verse a Faye Danaway, Clint Eastwood, Burt Lancaster, o Sean Conery, durante el día los negocios hosteleros funcionan sin parar y en las noches, además de la proliferación de locales de fiesta, emerge una profusa “vida erótica”. Si bien, no sólo el dinero viste de gala la ciudad, pues son conocidos los paseos de Brigitte Bardot en su Rolls Royce blanco y los de Claudia Cardinale en el suyo gris. Los sucesos de las grandes estrellas surgen constantemente: Klaus Kinski lanza al viento puñados de billetes tras una borrachera, Alain Delon se enfrenta a la Guardia Civil o John Lennon compone Strawerry fields forever durante su participación en Cómo gané la guerra (R. Lester, 1967). La ciudad vive en un estado de euforia constante y comienza a conocerse como el “Hollywood español”. Leer más ...

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