

Aunque en este caso la palabra cuento funciona como sinónimo de historia, ciertamente su desarrollo estructural se configura a modo de cuento. La esfericidad discursiva que plantean las mencionadas intervenciones del narrador, semejan fórmulas tradicionales del cuento popular, tanto introductorias como de conclusión. Indicadores espacio-temporales de la ficción que la enmarcan, presentándola y despidiéndola, nos recuerdan las conocidas expresiones de los cuentos infantiles: ‘érase una vez’ y ‘colorín colorado’, que inmediatamente generan una atmósfera propicia para un proceso de comunicación adecuado.
De igual manera, la narración consigue imprimir una unidad de efecto tras contemplar el filme, que parece seguir los pasos de la preceptiva instaurada por Poe y posteriormente continuada por Cortazar para el establecimiento de una teoría sobre el cuento literario contemporáneo. Cualidades anteriormente expuestas a las que cabe añadir la naturaleza del propio esquema argumental de esta película, capaz de transmitir la sensación de historia “jamás oída” siguiendo la expresión de Guillermo Meneses.
La ilusión viaja en tranvía es un filme valioso con algunas secuencias dignas del cineasta aragonés que, a pesar de los pocos recursos materiales, conjuga una clara orientación comercial y la absoluta fidelidad al genio de su autor. Una obra digna de ser tenida en cuenta que nos hace replantearnos el calificativo de ‘menor’, utilizado por algunos críticos para describirla, y cuyos hallazgos no se agotan en un único visionado.
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