La narración mantiene un tono de comedia amable, genéricamente uniforme desde el principio hasta su feliz desenlace, incluyendo algunos toques satíricos y mordaces, así como una considerable diversificación en el uso de recursos humorísticos. La estructura narrativa del filme traza dos círculos concéntricos: uno que funciona como apertura y cierre de la historia, y otro consistente en el desarrollo de la misma, mostrándonos en poco más de 82 minutos lo que realmente transcurre en unas veinticuatro horas, desde que el narrador nos deja con los personajes hasta que, nuevamente, se aleja de ellos. El primero está situado por ‘encima’ del nivel dramático del segundo aunque formando parte de la propia ficción, y se inicia con la presencia del narrador nada más comenzar la película, cerrándose tras la intervención final de los personajes con una nueva utilización de la voz en off. Contenido en éste movimiento esférico englobante, la trama del filme se construye también como una dinámica de ida y vuelta, desde el robo del tranvía hasta su posterior devolución. El filme despliega así una lógica circular que Buñuel utiliza posteriormente en El ángel exterminador (1962), y que en su caso ha sido definida como estructura espiral y centrífuga por Victor Cárdenas de Gea.

El relato se conforma a modo de regreso odiséico mediante un imprevisible y accidentado itinerario que busca el punto de partida. Un desarrollo itinerante inaugurado por Subida al cielo (1951), comedia con la cual comparte algunos elementos. En ambas producciones Lilia Prado se erige en protagonista femenina y ‘objeto de deseo’, protagonizando dos momentos casi idénticos, ya sea dando vida a Raquel o Lupita, respectivamente. Nos referimos a la secuencia donde nos muestra sus piernas en la acción de subir al autobús o al tranvía. Una coincidencia perteneciente al imaginario cultural de Buñuel que él mismo explica: «Cuando las mujeres, con aquellas faldas largas, subían al tranvía, les echábamos la vista, para ver si enseñaban algo de pantorrilla… son gestos que se graban».

También las dos películas convierten un medio de transporte y su recorrido en el eje central de la acción, incluso en el único espacio donde ésta se desarrolla como sucede durante muchos momentos de La Ilusión viaja en tranvía. Tanto el autobús del ‘road movie’ colectivo que transita por el Estado de Guerrero, como el tranvía y su conductores protagonizando un dificultoso retorno hacia la empresa de la que ha sido robado, asumen el protagonismo durante buena parte del metraje. Leer más ...
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