El otro día entré en un madrileño centro comercial, junto a la estación de Méndez Álvaro, para comprar dos películas españolas. Al no encontrarlas me acerqué a una simpática dependienta por si podía ayudarme. Reproduzco parte de la conversación que mantuvimos, y apunté al salir del establecimiento:
Ella.- Parece que estas películas, así cutrillas, del destape, se están volviendo una especie de culto entre la gente más joven.
Servidor.- Las que dices son sobre todo de los setenta y primeros ochenta. A mi me interesan más las de los años sesenta. También de los cincuenta.
E.- ¡Qué curioso!, la semana pasada estuvo por aquí Santiago Segura, y también buscaba pelis de éstas. ¡Hombre!, la verdad es que suelen ser bastante malas.
S.- Bueno, aunque son minoría como en cualquier época, hay películas que están muy bien. El problema es que no se conocen. A veces ni se han editado.
E.- Fíjate que mi novio es inglés y no le gustan nada las películas españolas. Es verdad que son malillas, pero me da una rabia... Y yo ando buscando alguna para ponerle porque piensa que el cine español es una porquería. Si encontrase una muy buena, que no sea antigua..., para ver si me reconoce que el cine español no está tan mal.
S.- No te sabría decir, porque mis películas favoritas son casi todas anteriores a 1970. Aunque hay algunas posteriores como El viaje a ninguna parte, o Los santos inocentes, que son buenas. También otras merecen la pena, como por ejemplo El anacoreta, Stico...
E.- Esa no me suena. Pues verás lo que me pasó. Parecido a lo de mi novio. Tengo una amiga australiana que estuvo unos días en mi casa y vimos Al otro lado de la cama, que la ponían en la tele. ¡Bueno!, pues, ¿te puedes creer que se pensaba que era un video que habíamos hecho los amigos?. Es verdad que la peli es un poco chapucera, y entre eso y que yo he estudiado arte dramático, a lo mejor... Pues la tía tan convencida, no había manera. Creía que era una broma nuestra. Que la habíamos hecho los colegas para reírnos un rato, y que no era una película normal. Hasta que salieron los títulos de crédito y esas cosas. Es que, ¡madre mía!, ¡cómo está el cine español!...

A Rafael Azcona
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