Las grandes inversiones fílmicas de Samuel Bronston liberalizan fondos pero rara vez recuperan los dividendos con la distribución del celuloide. Apuestas extremas y arriesgadas alianzas conducen la empresa a una profunda crisis, que termina en bancarrota con El maravilloso mundo del circo (H.Hathaway, 1964), última película del productor en España.
Solapándose con films anteriores llegan otros realizadores como Stanley Kubrick con Espartaco (1960), en la que Kirk Douglas protagonizada las más cruentas luchas en la Sierra de Guadarrama; Orson Welles al mando de Campanadas a Medianoche (1965), donde la Iglesia de San Vicente de Cardona (Barcelona) funciona como el Castillo de Windsor; o David Lean, que levanta para Doctor Zhivago (1965) un asombroso decorado.


La película encabezada por Omar Sharif convierte el madrileño barrio de Canillas en un revolucionario Moscú nevado con polvo de mármol. La casualidad de que España viva en aquel año uno de los inviernos más templados de su historia dificulta enormemente el rodaje, y los interiores de las casas, que deben aparecer helados ante la cámara, tienen que ser rociados con cera caliente y agua helada después para conseguir el aspecto adecuado. La habilidad de los ambientadores y constructores consigue una vez más reinventar cualquier espacio.
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